En plena campiña francesa, en la localidad francesa de Theizé situada en el departamento del Ródano, se encuentra una casa perdida en el tiempo: Vieille Ferme Beaujolaise. Desde el principio, Alicia y Greg han compartido esa pasión de descubrir nuevos sabores y aromas en una copa de vino. El sueño de tener una bodega en casa siempre flotó en el aire. Hoy os mostramos un rincón especial que se ha convertido en un santuario: la bodega de esta casa cuya historia se despliega en cada rincón. Para Astigarraga Kit Line aún es más especial, porque algunos de nuestros botelleros de madera son parte de este encantador espacio.

La fachada de piedra, desgastada por siglos de viento y lluvia (ahora restaurada), guarda las huellas del tiempo.

Theizé es uno de esos pueblos tranquilos situados en una ladera desde donde se dominan los viñedos de la zona vitivinícola de Beaujolaise. Algunos de los adoquines del pueblo datan de la época romana y el castillo y la capilla, de la época medieval. Aunque el año exacto de la construcción de Vieille Ferme Beaujolaise se pierde entre los extensos campos verdes, las piedras y la madera que la componen nos transportan a 1691, un tiempo donde la vida transcurría a un ritmo diferente.

Alicia y Greg es un matrimonio que ha tejido su vida entre racimos y barricas. La construcción de su bodega casera, que abarca unos 30 metros cuadrados, no ha sido solo un proyecto, sino la cristalización de años de amor compartido por la cultura vinícola. “Nos apasiona explorar viñedos en nuestras vacaciones y catar vinos, no solo de Francia, sino de todo el mundo. Crear esta bodega en nuestra casa ha sido un sueño para nosotros. La primera vez que vimos nuestra casa fue un amor a primera vista“, recuerda Alicia. En sus visitas a los viñedos, siempre tienen la costumbre de adquirir vino y así, poco a poco, han construido su propia bodega.

Para esta parte de la bodega, se ha utilizado las estanterías modulares de 5 cubos Dinamic, combinadas con el accesorio de la aspa.

Si Alicia y Greg tuvieran que definir su bodega en una sola frase, sería: “Un espacio acogedor, agradable y cálido para disfrutar de preciosos momentos con amigos y familiares”. La penumbra acogedora que envuelve la bodega es testigo de esos encuentros interminables y cómo cada botella es un capítulo de su historia, cuidadosamente seleccionada y guardada con cariño. Es un espacio donde el tiempo se detiene, y cada sorbo de vino es un viaje sensorial.

“Nos encanta el diseño de los botelleros de madera de Astigarraga Kit Line y, sobre todo, la madera natural. Para la bodega nos gustaría contar solo con materiales naturales. Nos ha gustado también vuestro enfoque medioambiental. Para nosotros es importante que la madera esté certificada y cuente con la etiqueta PEFC”, explica Alicia quien asegura que cuando entra a la bodega “huele delicioso, a madera de pino, nos encanta ese olor y su color neutro”.

Además del diseño con las estanterías modulares de cubo Dinamic que han realizado en una de las paredes, también han optado por otros botelleros de madera, como este módulo apilable en el que puedes almacenar doce botellas en cada pieza. Se trata del botellero de madera Katea.

O este otro botellero de pared con capacidad para seis botellas, el lugar perfecto para almacenar y exhibir cualquier tesoro.

Las paredes de esta bodega encierran no solo vinos añejos, sino también historias entrelazadas. Anteriormente la casa era propiedad de un enólogo y ya existía una bodega. “Detrás de la puerta, hay muchos escritos antiguos; y es que el anterior dueño escribía sus recetas con tiza”, relata Alicia, quien también cuenta que hay “otra puerta muy antigua cerrada que da paso a otra bodega de la casa. Esta puerta está realizada con piedras procedentes de un castillo”.

Y entre nuestros botelleros de madera Dinamic existe otro realizado íntegramente con barro. “Lo utilizamos para botellas muy especiales que necesitan envejecer. Algunos vinos de Borgoña, por ejemplo, debe conservarse durante varios años antes de consumirlos. La arcilla permite las condiciones exactas perfectas para envejecer el vino ya que permite controlar la temperatura y la humedad de forma natural”, explica Alicia.

Descubrir las piedras que datan de 1678 es como abrir una puerta al pasado. ¿Qué vidas se han entrelazado en estas paredes a lo largo de los años? En el bullicio del mundo moderno, la vida en una casa de campo, donde los viñedos se extienden hasta donde alcanza la vista, la Vieille Ferme Beaujolaise es más que un simple refugio; es un espacio donde desconectar y apreciar el arte de vivir despacio.

Esta casa se erige como un monumento a la belleza. En cada piedra, en cada rincón, se encuentran las emociones de aquellos que la llamaron hogar. Y así, nos convertimos en parte de su historia, dejando nuestra madera natural sostenible en el eterno fluir del tiempo. Si deseas conocer el resto de esta casa, te invitamos a visitar su perfil en Instagram.